lunes, 29 de septiembre de 2014

jueves, 11 de septiembre de 2014

Cho Gi Yo

Hasta ahora para mí el mejor artículo de Julián Silva:


Vivo en una casa de dos pisos con tres chicas tailandesas y una pareja francesa. A las chicas las llamo por el nombre que les puse de mi propia autoría. Una es Ping Pong, la otra es Ho Chi Minh y a la última le digo Mao. Ping Pong y Ho Chi Minh no entienden una palabra de lo que les digo. Mao habla cuatro lenguas incluyendo el inglés. Ping Pong es bella y sonríe siempre. De vez en cuando le cuento historias y ella se ríe y yo me río y juntos reímos y poco a poco la idea de bañarme con ella cobra más fuerza.

La gente de Tailandia, al igual que la gente de la costa Colombiana, desayuna, almuerza y come con aceite. Un desayuno tailandés contiene tres elementos básicos: manteca, picante y carne. Nunca he probado el fuego pero estoy seguro que sabe a Yang de Kai. Yo les digo: “Méjico ignora que el infierno abrió un nuevo restaurante”. Nadie me entiende pero todos nos reímos. La pareja europea también ríe pero se alimenta mejor que nosotros y no les importa nuestra suerte. La francesa tiene una sonrisa hermosa. Quisiera que fuera mía pero esos labios pertenecen a otro. Soy un hombre superficial y envidio lo que no tengo.

La habitación de las chicas tailandesas tiene tres camas y una mesa de café. Ellas entran con sus novios en las noches y apagan la luz después de las diez. Tres parejas se proyectan detrás del ombligo de la otra cada noche sobre mi cabeza en la misma habitación.

Yo vivo en el primer piso y mi chica de Corea dice Cho gi yo, lo cual significa Disculpe. Llegó a este país hace dos meses y no habla una palabra de inglés. Dice Cho gi yo porque es todo lo que puedo entender en su idioma. Es hermosa pero tiene un carácter bastante parecido al de las mujeres santandereanas en mi país.

En este país, que es la Luna, olvidé lo que era batallar con una chica. Dejaremos de vernos dentro de poco. Mi chica de Corea lo sabe e incluso Mao lo sabe. Mao dice que el mundo es grande y debo encontrar otro amor. “Cásate conmigo”, le digo en broma aunque no bromeo del todo. Mao asegura que nuestro amor es imposible porque si llegáramos a casarnos el mundo llegaría a su fin. Mao está loca y dejo que diga lo que quiera. Le tengo un poco de miedo pero me gusta su sonrisa.


Hoy es domingo y el sol brilla. El viento huele a primavera. La gente sonríe en las calles y los árboles florecen. Alguien dice Cho gi yo en mi cama y yo lo pienso dos veces antes de entrar en la regadera. Afuera hace un día hermoso pero el cabello de mi chica huele a fresas y es negro como la noche. El mundo puede esperar un día más. Después de todo es domingo y ella tiene una bella sonrisa. Cho gi yo, me dice, y yo le respondo Sí, en español, que es más de lo que debemos decirnos para lo que haremos a continuación.