sábado, 25 de enero de 2014

Viernes en la noche

Les comparto esta publicación de mi amigo Julián Silva: 



Las luces brillaron frenéticas en el table dance el viernes por la noche. Cierto conocido se casará en cuatro semanas. Ella es una chica bella y tierna y él comercia con el futuro de la humanidad en algún país industrializado de la vasta Sudamérica. “Tengo miedo de perder todo esto”, me confesó. “¿Todo esto?”, pregunté. “¡Sí, toda esta libertad!”, respondió.

Las farolas de la calle son estrellas novas el viernes por la noche y la luna brilla la ausencia de aquellos a quienes un día amamos. Mi chica se fue hace mucho y la prometida de cierto conocido lo ama a pesar de él mismo. La prometida no sólo es hermosa, irradia la sensualidad tranquila e inteligente propia de las mujeres seguras de sí mismas. Él disfruta de los vellocinos de rímel y el aromatizante de vainilla. La suya es una casa donde habita el sexo de artificio y las risas borrachas saben a vino de azúcar con miel.

La más hermosa de las vedettes se parecía a una chica de la que estuve enamorado en la universidad. Nunca tuve el valor de confesárselo pero lo hice con la vedette. “Te amo”, le dije creyéndolo de veras. Ella me sonrió y comprendí que las chicas de la noche valen tanto como aquellas a las que presentas a la hora del almuerzo en la casa de tu madre.

La prometida de cierto conocido me vuelve loco y quisiera confesarle mi amor antes de cuatro semanas. La vedette rechazó mi invitación a salir porque los clientes no siempre tienen la razón. En mi mente, la mujer perfecta viene con el rostro de la vedette y la sensualidad e inteligencia de la prometida.

Cierto conocido me confesó que ama a una mujer diferente a su futura esposa. No se casará con ella porque es pobre y vive en un barrio oscuro y humilde. “Preséntamela a mí que también soy pobre”, le dije. Amenazó con utilizar sus influencias para destruirme si me atrevo siquiera a buscarla. Sabiéndolo poderoso y con tanto dinero, le pedí perdón y seguimos siendo amigos. Pasó el brazo por mi hombro y me dijo que tenía el alma borracha de tanta alegría. Eructó y pagó un baile privado. Se alejó con una muñeca de la noche y desapareció detrás de una puerta con biombos y lentejuelas de oro.


Extraño a mi antigua chica en noches como esas. Solíamos ver películas y comer papas fritas en la cama los fines de semana. Yo era de esos tipos a los que los borrachos de los bares miran con envidia porque lleva a una hermosa mujer de la mano. Pero mañana será jueves y la vedette saldrá conmigo después de insistirle siete veces. Tomaremos un par de tragos y veremos películas de acción en mi casa. Le diré que la amo y la amaré de verdad hasta el fin de semana siguiente cuando le confiese mi verdadero amor a la prometida del conocido y le pida que se fugue conmigo. En un mundo perfecto aceptaría, pero si respondiera NO, tampoco estaría del todo mal.

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