Tráiler oficial
Colombia y narcotráfico: un arquetipo audiovisual
moderno
Tercer
ejercicio de reseña cinematográfica correspondiente a la asignatura Deontología
del Artista Audiovisual de la carrera de Producción de Artes Audiovisuales de la
Universidad Autónoma de Bucaramanga.
Sobre la producción
En
esta ocasión es Netflix, Inc., la compañía estadounidense de entretenimiento
que proporciona mediante streaming contenido audiovisual bajo demanda a sus
usuarios, la que representa uno de los más nefastos episodios de nuestra
historia reciente, él que sigue escribiéndose literalmente con sangre,
alterando todas y cada una de las estructuras de nuestra sociedad.
Fue
creada por Chris Brancato, Eric Newman y Carlo Bernard; y dirigida por José
Padilha.
Las
compañías productoras fueron Dynamo Producciones y Gaumont International
Television.
Sobre las múltiples representaciones audiovisuales en
torno al narcotráfico colombiano
En
los últimos once años el argumento derivado de la maldición del tráfico ilícito
de estupefacientes en nuestro país ha sido reiterado, trillado, recalentado y
reciclado de muchas maneras.
Me
permito enunciar algunas a manera de ejemplo:
Colombian
Dream (2006).
El
Arriero (2009).
El
Capo (2009-2010).
El
cartel de los sapos (2012).
El
Rey (2004).
Escobar,
El patrón del mal (2012).
Las
muñecas de la mafia (2009).
María
llena eres de gracia (2004).
Perro
come perro (2008).
Sin
tetas no hay paraíso (2006).
Sumas
y Restas (2004).
Todas
y cada una de ellas financiadas con capitales privados así como multinacionales,
con extremo éxito de audiencia a nivel mundial y ganancias económicas; objeto
de críticas por la prensa escrita y algunos sectores de la sociedad civil,
entre ellos el artículo de la columnista de opinión María Jimena Duzán titulado
“El Gran Colombiano” publicado en la Revista Semana el 6 de diciembre de 2014,
en el que relaciona las narconovelas nacionales con el estigma y sentimiento
anticolombiano que aflora fuera de nuestras fronteras, en estos días tan
cercano y demostrado con las deportaciones de nuestros compatriotas por el
gobierno de Nicolás Maduro en la hermana república de Venezuela.
El personaje escogido para el análisis
Los
personajes principales son los siguientes:
Pablo
Escobar (Wagner Moura)
Un
contrabandista rechoncho de poca monta que dirige una pequeña empresa criminal;
hombre intrépido que a través de su primo Gustavo, logra contactarse con Mateo
Moreno, un productor de cocaína de origen chileno, quien lo introduce en el
tráfico ilícito de pasta del alcaloide desde Perú a nuestra nación para de aquí
distribuirla en los mercados de Estados Unidos. Impulsó la creación de los
primeros laboratorios productores en nuestro territorio, definió diferentes
rutas multimodales para llevar la sustancia ilícita al terreno yanqui, creó una
red de empresarios del negocio involucrando a los más importantes mafiosos del
país y dividió a las personas entre las que lo apoyaban y merecían “plata” o
las que lo rechazaban y recibían “plomo”; entre sus aspiraciones estaba la de
un día ser el presidente de Colombia.
Steve
Murphy (Boyd Holbrook)
El
estereotipo del héroe norteamericano de todos los tiempos, rubio, alto, de ojos
azules, miembro de la DEA, intachable, incorruptible, la encarnación de la
moral y las buenas costumbres del primer mundo. Pertenece a un programa de
lucha antinarcóticos y se ve obligado a trasladarse con su familia de Estados
Unidos a Colombia para comenzar la guerra contra la cocaína; dados los grandes
estragos que está ocasionando la distribución de esta sustancia en la economía
de su país de origen. Es el narrador omnisciente que como un dios conduce la trama
a lo largo del capítulo.
Gustavo
Gaviria (Juan Pablo Raba)
Un
machito latinoamericano, primo de Pablo, compañero incondicional y cómplice en
el negocio del contrabando y en el futuro tráfico de cocaína. Es el lacayo
perfecto, servil, rastrero, que como un criado de librea tiene como como principal
ocupación acompañar a su amo; un perro fiel que respalda a Escobar. En algunos
momentos lanza advertencias a su señor pero nunca lo contradice abiertamente.
Mateo
Moreno “Cucaracha”
representado por Luis Gnecco, es el personaje escogido en esta oportunidad para
analizar, un opositor chileno al gobierno socialista de Salvador Allende que participó
como mercenario al servicio del dictador Augusto Pinochet dando el golpe de
estado contra el legítimo gobierno del sur de nuestro continente. Al comienzo
de la dictadura permanece en Chile y se dedica a la producción de cocaína hasta
que el tirano decide exterminar la producción del alcaloide, logrando
sobrevivir a la aniquilación obtuvo el grotesco nombre atribuido al repudiable
insecto.
Al
viajar a Perú, reactiva la producción del maldito polvo blanco y es contactado
por Gustavo para conocer a Pablo, al aceptar la oferta llega a Colombia y
entabla una relación de negocios con
Escobar.
En
un principio le vende pequeñas cantidades del estupefaciente que produce en los
laboratorios miserables y clandestinos aún ubicados en Perú, posteriormente le
enseña la macabra forma de fabricación del alcaloide y finalmente es el pionero
en la creación de laboratorios en nuestras tierras, para ingresar la droga a
los Estados Unidos por toneladas.
Se
muestra como un padre del mal que enseña todo el andamiaje de la industria
criminal a su hijo Escobar, el final de su participación en relato se da en el
punto que el alumno supera al maestro, Pablo dando cumplimiento a su promesa, ante
una oposición derivada del control total del negocio le da a conocer de primera
mano el frío del plomo que escupen sus armas.
Pasando
de la ficción a la realidad de los hechos, es necesario precisar que el triste
legado de Cucaracha nos persigue y aumenta como la peor de las pandemias, una
peste negra que permeó todas las esferas de nuestra organización social hasta
nuestros días. El pasado 2 de julio de 2015, el diario El Espectador dio a
conocer un fuerte aumento de cultivos de coca y producción de cocaína a lo
largo y ancho de nuestra patria y narra claramente que según el último reporte
de monitoreo de cultivos ilícitos de la Oficina de las Naciones Unidas contra
la Droga y el Delito (UNODC) y el gobierno nacional presentado ese mismo día: "Los
cultivos de coca crecieron considerablemente en Colombia, al pasar de 48.000
hectáreas en 2013 a 69.000 hectáreas en 2014 (44%). El incremento de la producción
potencial de cocaína es aún más fuerte. De una producción potencial media en
2013 de 290 toneladas métricas se pasó a una de 442 toneladas métricas, un
incremento de 52%".
Fuentes
Netflix - Youtube
Revista Semana
Artículo “El Gran
Colombiano” de María Jimena Duzán
El Espectador
Artículo “Fuerte aumento
de cultivos de coca y producción de cocaína en Colombia”
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