En julio de 1999 tuve la oportunidad de visitar El Museo
Estadounidense Conmemorativo del Holocausto[1]
y conocer de primera mano la realidad de la persecución y el asesinato
sistemático de millones de judíos por parte del llamado III Reich y sus militantes,
todo ello fundamentado en la creencia de los alemanes de ser una “raza
superior” y considerar a los judíos como una de naturaleza “inferior”, categoría
en la que fueron encasillados otros pueblos europeos, situación que hasta nuestros
días ha sido desmentida por los denominados negacioncitas de dicha depravación.
Gracias a los documentos fotográficos y fílmicos que fijaron
las atrocidades pudimos conocer esa realidad, desmentir la negación y
reflexionar sobre el autoritarismo.
En Roma ciudad abierta Roberto Rossellini documentó con
crudeza la ocupación alemana en Italia, narrando en forma de arte los
acontecimientos acaecidos en medio de la invasión teniendo en cuenta sucesos
reales como el maltrato y fusilamiento del presbítero católico Giuseppe
Morosini[2].
Algunas de las relaciones encontradas entre el filme y la
teoría del llamado movimiento del Neorrealismo Italiano son:
·
La filmación teniendo como locación la ciudad
devastada verdaderamente por la guerra, prescindiendo del estudio, en un
contexto miserable, con pobreza, inflación, bombardeos y toque de queda.
·
Las actuaciones fieles a la miseria humana
vividas por la población civil.
·
Los actores que rompen con el estereotipo
de Hollywood y se muestran más cercanos a los espectadores pareciendo ser las
víctimas mismas de los opresores que cuentan en tiempo real su tragedia.
·
La responsabilidad ética y moral por parte
de los productores de mostrar la invasión nazi tal y como pasó sin incluir
elementos fantásticos o imaginarios con el afán de contar la verdad de la
atrocidad germana, resaltar la lucha de las guerrillas partisanas en frentes
urbanos y rurales, mostrar el rechazo de una parte de la iglesia católica a la
guerra, enseñar el retrato de los ancianos, mujeres y niños en medio del
conflicto y resaltar la voluntad férrea de los opositores que soportaron hasta
la muerte con la esperanza de ver a su patria liberada del yugo hitleriano.
·
La reseña de la actitud de muchos
italianos partidarios del imperio maligno que a la semejanza de la cacha de un
hacha, madera traicionera que sirve para matar a los de su propia especie,
aceptaron a los invasores y oprimieron a su propio pueblo.
·
La muestra de momentos puntuales como el
bombardeo nocturno, la muerte de Pina estando en cinta, por parte de las SS en
frente de la población civil, en especial de su prometido Francesco y su hijo
Marcello, la tortura de Marcello Pagliero, y el fusilamiento del padre Pietro
Pellegrini a la vista de los niños, como testimonios de la humillación y el
sometimiento, no dando lugar a la imaginación sino a la realidad.
·
La evidencia una paradoja respecto de la
supremacía aria donde de un lado el mayor Bergmann, oficial de mediana edad
representa el pleno convencimiento de las verdades absolutas del universo
hitleriano y de la otra, el capitán Hartmann, oficial curtido en la desgracia
de la conflagración, que reconoce los errores cometidos, el envanecimiento del
odio y la desesperanza.
[2] Partisano, miembro de la
resistencia italiana contra el régimen nazi, torturado son resultados en
búsqueda de información sobre los cabecillas rebeldes y fusilado por el
ejército alemán el 3 de abril de 1944.

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